El Encuentro de Ciencias de la Comunicación (ENCIC) comenzó su recorrido en 2015, con el objetivo de habilitar un espacio que convocara a todas las cátedras y proyectos de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, en ese momento el lema elegido fue “Hacia los diez años de la carrera” y el trabajo de reflexión convocó a una gran número de graduadxs.
En 2016 la carrera organizó el II ENCIC “Pensarnos para (re)construir la comunicación”. El motivo principal: conmemorar una década de formación en comunicación en la Universidad Nacional de Salta. En el contexto de la celebración, la reflexión también se hizo necesaria, debíamos analizar críticamente el camino recorrido desde las preguntas y problemáticas del presente, para poder trazar líneas a futuro.
En el año 2018 se realizó el III ENCIC que tuvo como eje convocante “Trayectorias y desafíos de la comunicación con perspectiva de derechos”, en el marco de una respuesta contundente al fuerte retroceso en materia de derechos en Argentina (Libro de Actas del III ENCIC, 2019).
Este año 2020, el IV ENCIC “Roles y desafíos de lxs Comunicadorxs en Territorios de Frontera” se presenta como un oportunidad de convocar a los actores de la carrera para revisar sus prácticas y diseñar colectivamente estrategias “post-abisales”, pretendidamente interculturales y necesariamente desde una perspectiva de decolonialidad. Este encuentro se presenta como la oportunidad de tejer vínculos que refuercen un actor colectivo que pueda incidir en la transformación social.
El lema del IV ENCIC invita a (re) pensar el oficio de los comunicadores que se forman en la carrera: como habitan esos múltiples territorios, qué roles demanda situarse desde los bordes, y qué desafíos implica ubicarse en fronteras desde un posición de tranescalas.
La idea de territorio, entendido como el resultado de un proceso de configuración espacial organizada a partir de la utilización de sus recursos naturales, con objetivos de administración y ejercicio de poder, ya sea desde el poder establecido o como resistencia al mismo, tiene incidencia en la conformación de las representaciones, los imaginarios y la memoria que se inscriben en lo cotidiano.
Los cuerpos se instalan en el espacio material y simbólico de sitios determinados y en el mismo hecho de “habitar” la dimensión espacial condensan recorridos, apropiaciones, distribuciones y jerarquías, que los humanos –en tanto animales semióticos- configuran en su devenir histórico (Camblong, 2014). Es desde los complejos espacios de frontera que las “sociedades en movimiento” plantean luchas ontológicas que involucran la defensa de otros modelos de vida para instalar órdenes socio-naturales muy diferentes a los de los modelos de la modernidad capitalista, como único camino para que los humanos y los no-humanos puedan finalmente co-existir de forma mutuamente enriquecedora (Escobar, 2014).
En ese marco, habitar y pensar la/en/desde la frontera habilita la relocalización del conocimiento a través de diversas disciplinas y corrientes decolonizadoras frente a las concepciones “desterritorializantes’ y proyectos globales que pulverizan las contradicciones y tensiones de los polisistemas latinoamericanos. La frontera es una zona plural, porosa, conflictiva, móvil, contaminada, descentrada; pero también dialógica sin binarismos, es una ‘tercera orilla’ transcultural, transdisciplinaria, transgenérica y heteroglósica. Una trama intersubjetiva de la ‘comunalidad’ y una epistemología fronteriza posestética en la que apoyamos nuestra mirada sobre las ciencias y las prácticas de la comunicación.